CUANDO UNO FLOJEA, EL OTRO FUERTEA
BODA DE SABELA Y JESÚS
Los vídeos de boda y Sherlock Holmes
Ya, ya sé que el título de la entrada es un poco raro, pero tiene su sentido. Si habéis visto mi trabajo con los vídeos de boda sabéis que todo lo tiene.
El inmortal personaje de Arthur Conan Doyle era el detective más famoso de su tiempo, tenía una legendaria capacidad deductiva y analítica; ¿Quién es el asesino? Sherlock seguía todas las pistas y elaboraba una tesis, que sostenía con más pruebas. A mí me pasa lo mismo (más o menos) con las parejas que se casan. Pero luego os explico esto, ¿vale?
Las buenas películas tienen buenos actores ¿y los vídeos de boda?
Pues también, claro. Es por eso que, casi sin quererlo, todos mis clientes, prácticamente todas «mis» parejas de novios, tienen un perfil más o menos parecido: son expresivos, comunicativos, no temen hablar de sus sentimientos, tienen apetito por la vida y por disfrutarla, son sensibles y saben apreciar esas pequeñas cosas que marcan las diferencias, cuando todo el mundo se guía por las mismas «señales».
Jesús (Chus) y Sabela responden especialmente bien a esta tipología. Es verdad que son ambos comunicadores y periodistas y, claro, podéis pensar Es que así también juego yo, Carlos. Son profesionales. No, no se trata de su profesión. Se trata de cómo ven y afrontan la vida.
Y, en el caso de mi trabajo con su vídeo de boda, también influye mucho para un buen resultado final el espectáculo que montaron para todos sus invitados. En este tipo de ocasiones trabajar no sólo es más fácil, sino que es más divertido. Seguro que el fotógrafo, Manuel Balles, opina como yo.
El proceso de montaje de un vídeo de boda. Una aventura de detectives.
De las bodas que hice esa temporada, la de Chus y Sabela es de las que tiene más detalles y curiosidades, más pequeñas «pistas» para construir un relato, como Sherlock. Además, fue especialmente emotiva y diferente. Los votos, por ejemplo, fueron magníficos.
He trabajado varias veces en el Jardín del Páramo, pero nunca los novios fueron recibidos en el convite al son del Bienvenidos, de Miguel Ríos, con una letra especial creada para ese día. En pocas bodas el novio actúa con su grupo de música para los invitados; tuve la suerte de suplir la ausencia de imágenes de preboda con la grabación de unos ensayos de ese conjunto de rock.
Esta boda estaba literalmente plagada de pequeñas pinceladas que a muchos pasan desapercibidas, pero que para mí son oro auténtico. ¿Por qué? Porque, como Sherlock Holmes, yo parto de una idea, de un concepto o una frase que titulará el vídeo de boda. Por eso lo primero que hago es escuchar y ver todo el material que he grabado, (Sí, TODO), y titular el reportaje de vídeo.
Y cuando ya tengo el título puesto, un marco conceptual que va a guiar al espectador, busco entre esa maraña de pinceladas todo aquello que me ayude a confirmar que el título está bien elegido, todo lo que contribuya a contar la historia como quiero. Tengo que «rastrear» cada pieza del rompecabezas.
Cada plano, cada fondo musical, casa sonido y cada silencio tiene que contar esa historia y, además, ser representativo de los novios y de su particular camino juntos. Y, además, ser una hermosa pieza de arte visual que justifique su título. Imagino que no me salió del todo mal porque muchos de los amigos de Chus, invitados ese día especial, luego me eligieron como su videógrafo de bodas. O eso, o les gustan las novelas de detectives.
Restaurante: El Jardín de Páramo
Fotografía: Manuel Balles
Vestido novia: Beba’s
Sandalias novia: Lodi
Flores: Flores en el columpio
Traje novio: Roberto Yuste.
Zapatos novio: Mr. Mac Shoes
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